¡Conquistar! ¡Gobernar! ¡Ejercer dominio! ¡Visión de Reino! ¡Autoridad! ¡El reino es aquí y ahora! Estas son expresiones que se oyen habitualmente en las iglesias influenciadas por los movimientos que promueven la “Teología del dominio” a las órdenes de los apóstoles y profetas modernos y otros recién llegados.
Es el dominísmo, también conocido como dominionísmo o «el reino ahora». Es una falsa doctrina, una herejía del cristianismo, que sostiene que la iglesia debe extender el reino de Dios aquí en la tierra, conquistando poder, gobernando y avanzando en una conquista que culminará finalmente el día en que (ellos) hayan establecido el reino de Dios en la tierra.
¿Que cree el dominísmo?
Según ellos, Dios perdió el control sobre el mundo en la caída de Adán, y desde entonces lo intenta recuperar a través de un “pueblo del pacto” que será el encargado de recobrarlo para Él.
Esta es una teología de conquista. No sólo quieren ganar almas, sino que emulando al comunismo o al islam que en su momento conquistaron naciones enteras, ellos consideran que tienen el deber moral de conquistar el mundo, implantando un reino cristiano terrenal.
Los defensores de la teología del dominio, afirman que la iglesia evangélica en general, vive dormida en un profundo y largo sueño. En en un letargo, una espera pasiva y tediosa de la segunda venida de Cristo. Creen que su teología derrotada, necesita de un nuevo despertar glorioso, una nueva realidad sobrenatural y de poder .
Por este motivo, ellos creen que la iglesia evangélica necesita una nueva reforma. Los líderes de este movimiento aseguran que esta Nueva Reforma Apostólica y Profética (como les gusta llamarla) es mayor que la de de Lutero, pues esa quedó inconclusa y ésta suya pretende «restaurar todas las cosas», comenzando por los «oficios olvidados» (el apostolado y la profecía) y restablecer la humanidad al «propósito original de Dios» que se narra en los capítulos primero y segundo del libro del génesis.
Tan magna tarea debe emprenderse ya mismo aunque tenga un alto coste y su primera victima será la sana doctrina.
La siguiente víctima será la economía de las familias, ya que para ganar el mundo, se habrá de comenzar por el propio barrio, luego seguirá la ciudad, la provincia y después la nación entera. Tan gloriosa tarea se realizará más rápidamente si consiguen disponer de suficientes recursos económicos.
La sana doctrina ya no es un tesoro que las iglesias deben guardar, cuidar y enseñar fielmente, sino una quimera, una manía, un becerro de oro ante el cual se inclinan todas aquellas congregaciones que no se unen a ellos en su alocada y apóstata carrera.
Según su cosmovisión, el advenimiento del Señor Jesús será en dos actos:
- Un primer acto que ya se está efectuando por la mera presencia en este mundo de los creyentes (particularmente los nuevos apóstoles y profetas).
- Y un segundo acto que lo realizará Jesús mismo en persona, para recibir el Reino que le será entregado en mano por ellos mismos (“los vencedores”).
Es decir, antes de la Segunda Venida, los vencedores deben purgar la tierra de toda influencia maligna. El Reino Ahora, afirma que Jesús no puede regresar hasta que todos Sus enemigos hayan sido puestos bajo los pies de la Iglesia.
Otras características convierten el dominísmo en una teología aberrante.
Por ejemplo, la idea de que la iglesia, como cuerpo de Cristo, somos Cristo. Y no solo esto, sino que además, enseñan, que al ser bautizados en el nombre del Padre y del Espíritu Santo también, somos asimilados en Su naturaleza divina.
Esta teología es herética, ya que por un lado humaniza a Dios, al determinar lo que puede y lo que no puede hacer y por el otro diviniza al hombre al fundirlo con la propia naturaleza divina.
En este punto quisiera señalar que esta pulsión divinizadora del hombre es puramente luciferina ya que fue el propio Lucifer quien en Isaías 14:14 expresa: «sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo».
Otra característica malsana de esta teología es que basándose en una nueva (o mejor) revelación que sus líderes dicen tener, alteran el significado de los textos bíblicos y para ello, no se duda en vaciar el significado original de las palabras de las Sagradas Escrituras, introduciéndoles un nuevo significado más acorde con su patológica cosmovisión.
Esta característica la hace muy peligrosa para nuevos creyentes y especialmente para aquellos que aún no han alcanzado un suficiente conocimiento de las Sagradas Escrituras, ya que bajo una apariencia de fe cristiana, con un argot evangélico y atractivas promesas de prosperidad material, enrolan a sus fieles en un moderno falso evangelio (que a veces mezcla con doctrinas extrañas de origen cabalístico y esotérico) empujándoles a una misión que Dios no ha mandado.
¿Que dice la biblia de todo esto?
En primer lugar, diré que esta idea de hombres queriendo entregar un reino al Señor no es nueva, sino que ya se intentó en el pasado, cuando algunos seguidores de Jesús, quisieron hacerle rey, usurpando el poder político, pero el Señor no accedió, sino que se apartó de ellos.
Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo.
(Juan 6:14-15)
Los cristianos no recibimos ninguna instrucción del Señor en cuanto a conquistar ni gobernar ningún reino. Realmente el mandato recibido es:
… Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
(Mateo 16:15)
Hay que recordar que la voluntad del Señor fue que pidamos al Padre que venga ese reino, no que lo conquistemos nosotros.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
(Mateo 6:9-10)
De esta forma el reino de Dios vendrá y será una obra de Dios.
Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.
Pídeme, y te daré por herencia las naciones,
Y como posesión tuya los confines de la tierra.
(Salmo 2:6-8)
En su segunda venida, el Señor no entrará en la escena del mundo rodeado de un ejercito de hombres y mujeres conquistadores, sino que lo hará acompañado de sus santos ángeles, instaurando el reino por sí mismo.
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
(Mateo 25:31-33)
Ese día, el Señor no encontrará una humanidad “conquistada por el cristianismo”, sino que al contrario, la humanidad que le verá será rebelde, gobernada por el anticristo y completamente hundida en las tinieblas de la apostasía.
Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
(2ª Tesalonicenses 2:3-4)
El salmo 45, indica que el establecimiento del reino de Dios será una obra personal del Cristo, (y será violento…)
Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu majestad.
En tu gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
Tus saetas agudas,
Con que caerán pueblos debajo de ti,
Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro de tu reino.(Salmo 45:3-6)
En este sentido transcurre también el famoso pasaje de Apocalipsis 19.
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.(Apocalipsis 19:11-1)
No hay duda, los creyentes no tenemos que conquistar ningún reino para Dios. No se nos ha confiado tal tarea.
En lugar de eso se nos ha mandado que la iglesia fiel debe permanecer velando en oración y esperando la segunda venida de Cristo.
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.
(Marcos 15:35-37)
Y así podríamos llenar muchas páginas que excederían la intención de este pequeño artículo.
Conclusión.
No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas…
(Hebreos 13:9)
Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.
1ª Timoteo 6:3-5